Dejar volar mi imaginación, sentir cómo mis pensamientos se deslizan suavemente entre las olas de mi mente, ese mar embravecido de sentimientos que por más que intento no consigo acallar. Abrazando la almohada empapada una vez más, tratando de comprender lo incomprensible. Y entonces me levanto, tomo lápiz y papel y dejo brotar las palabras como si de viejas amigas se trataran, deslizándose entre mis dedos para escurrirse hasta la punta del lápiz y estrellarse en el papel. Conforme la nívea superficie se cubre de ondulaciones por las palabras impresas en ella, mi mente se va despejando, como si todas las sensaciones se escabulleran juguetonas hasta el baúl donde guardo mis más profundos temores, mis más pesadas cargas, esas tristezas que de vez en cuando vuelven a flotar y arrugan el camino impidiéndome avanzar. Termino ya, cierro el baúl con llave y tomo la máscara que está junto a la puerta, cubriendo así un rostro triste, cansado, con una sonrisa que quizás algún día no ne
¡Hola! ¡Qué bonito y profundo relato! Me encanta de ser todo lo que al otro le haga falta.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Muchas gracias! Este es uno de los más personales que he escrito en este año, ¡me alegro de que lo hayas disfrutado! ^^
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