Me tiende una mano
somnolienta que mis oscuros ojos no alcanzan a ver. En medio de la penumbra de
mi alma su figura es vaporosa, onírica, lejana.
"¿Quién eres?", pregunto.
Nadie me responde, pues nadie hay.
La figura parece flotar, como los pétalos que se desprenden perezosamente de
las copas de los árboles. No alcanza mi vista a escrutar su rostro, hasta el
punto de que casi se me antoja que no posee uno. Si es un hombre o una mujer tampoco puedo distinguirlo. Pero sus manos,
extendidas como ramas, no cesan su invitación.
"¡¿Quién eres?!" grito.
Sólo el silencio me responde.
Echo a correr hacia la figura, ignorando las punzadas de dolor que aguijonean
mi cuerpo agarrotado. Cuanto más cerca estoy más distante se me figura esa
aparición fantasmagórica. Su mano trémula continúa, no obstante, extendida hacia mí. Apenas llego a rozar
las yemas de sus dedos...
Despierto.
Sólo ha sido mi reflejo en el espejo.
Mi reflejo y nada más.
Anne Stokes© |
Irene, 2015.
¡Hola! Increíble relato, estaba con ganas de saber quién era y no era más que su reflejo y una magia increíble. Te ha quedado precioso.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Muchas gracias! ^^
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