¡Hola de nuevo!
Esta vez comparto aquí un cuento muy especial... El primero. Cuando era pequeña (no sabía escribir aún) me gustaba mucho contarlo, de manera que se lo narraba a mi familia, a mis peluches e incluso a mí misma. Mi madre lo guardó en el ordenador, pero pese a los años que han pasado, no ha abandonado jamás mi memoria.
Hace algunos años, fui a un colegio a hacer de cuentacuentos para niños de parvulario y el primer cuento que acudió a mí fue éste, de modo que fue el que les conté, ¡les gustó muchísimo! Lo cual fue todo un halago para mí :)
En el 2006 me propuse escribirlo, y la redacción que os traigo es la de aquel entonces. Por una cuestión romántica, no he querido cambiarla, así que tened en cuenta que estáis leyendo a una Irene de doce años ^^'.
Espero que disfrutéis al leerlo tanto o más que yo al escribirlo :3
¡Un saludo!
Érase Una vez, en un bosque, una fila de sauces. En el medio de esa fila había un sauce muy pequeño que por las tardes contaba cuentos a los animalitos del bosque. Una noche el sauce pensó: “Pues vaya pérdida de tiempo que es dormir, mientras duermo no puedo jugar, ni contar cuentos, ni siquiera cantar”. Entonces el sauce vio a un pajarito que no se podía dormir, el sauce le preguntó:
- ¿Qué te pasa pajarito? ¿Por qué no duermes?
-No puedo dormirme porque mis hermanos están roncando- respondió el pajarito.
- ¿Qué tal si te cuento un cuento?- Le propuso el sauce
- ¡Sí, sí, me encantaría! -Dijo el pajarito, y el sauce empezó a contar.
Muy pronto el pajarito se quedó dormido y el sauce que lo vio empezó a silbar dulcemente. Y así todas las noches se repetía lo mismo.
Pero un día, como se había pasado muchas noches sin dormir, el sauce se quedó dormido, en un profundo sueño y no se podía despertar. Los animalitos del bosque preocupados porque no les podía contar cuentos, propusieron:
-Vamos a ver a la mamá de todos estos sauces, el Sauce Llorón, tal vez nos pueda decir cómo despertar al sauce.
Cuando llegaron y se lo contaron todo al Sauce Llorón ésta les dijo: “Si queréis despertar a mi hijo más pequeño tendréis que esperar a que un lobo aúlle a la luna cuando esté encima de él”,
-Pero la luna siempre está en el mismo sitio- dijo un conejito.
- ¡Pero es la única forma! - insistió el Sauce Llorón.
Los animalitos, convencidos de que no iba a funcionar, se marcharon a sus casas a dormir. Pero se equivocaban, porque aquella noche un lobezno que vio la luna pensó: “Tal vez pueda aullar a la luna como mi papá hace siempre antes de irse a dormir”, y dicho y hecho, el lobezno empezó a correr, pero la luna parecía moverse de sitio.
-¡Espera luna! - dijo el lobezno- ¡sólo quiero aullar para ti!
El lobezno corrió todo lo que pudo. Al cabo de un rato empezó a sentirse cansado y soñoliento, se paró cerca de un sauce a dormir. ¿A que no adivináis quien era ese sauce? el sauce dormido, entonces el lobezno se dio cuenta de que la luna se había posado encima del sauce y pensó: “ahora es mi oportunidad, aullaré para la luna”, y el lobezno empezó a aullar: ¡¡auuuuu, auuuuu,!!
Tanto ruido hizo que el sauce despertó sobresaltado. El lobezno, asustado, retrocedió.
-No temas- dijo el sauce, -¿por qué no te echas un rato?
Y el lobezno se recostó sobre las raíces del sauce y se quedó dormido.
A la mañana siguiente todos los animalitos volvieron a escuchar los cuentos tan bonitos que el sauce contaba especialmente al pequeño lobezno.
Irene, versión original:1999. Reescrito en 2006.
Comentarios
Publicar un comentario