Lo voy a confesar: yo soy una de esas personas que llora y ríe con los libros, soy una persona que vive con los libros. Y no podría sentirme más orgullosa de esa parte de mí, por ridícula que pueda parecer a otras personas. Esa parte de mí es un tesoro de cristal en mi interior, frágil y bello. Adoro sumergirme en los libros, amo el tacto de sus páginas bajo mis dedos, el cómo a veces pueden apreciarse las débiles hendiduras de la tinta. Su olor, el olor de los libros nuevos, que es una promesa, y el de los libros viejos, que cuenta una historia por sí solo. Y, aunque quienes aparezcan en esas páginas no sean reales, para mí viven y respiran en ellas. Adoro la ficción porque en ella encuentro mucha más realidad que en cualquier otra parte. En los libros la naturaleza humana, las emociones y los sentimientos se hallan al descubierto, esperando que algún lector piadoso las examine y se maraville con todo lo que pueden llegar a contener, y a cambio ellos le entregan otros muchos n...
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